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Ruta del Chuchaqui

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La Ruta del Chuchaqui es un recorrido culinario emblemático en Ecuador, que promete llevar a los aventureros gastronómicos a través de un viaje de sabores auténticos y tradicionales. En esta travesía, el vigilante, como embajador de los paladares curiosos, se aventuró a explorar tres de los locales más destacados a lo largo de esta ruta: Pez Volador, La Herradura y Cevichería Guayaca, donde se sumergió en un festín de ceviches, encebollado y caldo de salchicha, platillos icónicos que encarnan el espíritu culinario de la región.

El primer destino en esta odisea gastronómica fue Pez Volador, un encantador rincón donde el aroma a mar se entrelaza con la frescura de los ingredientes. Aquí, el vigilante se entregó a la experiencia sensorial de probar distintas variedades de ceviche, desde el clásico de camarón hasta el exótico de pulpo, cada bocado una explosión de frescura y sabor. La combinación de jugosos mariscos marinados en limón, cebolla morada, tomate y cilantro despertó sus sentidos y lo transportó a las costas ecuatorianas en cada sorbo.

Luego, el viaje continuó hacia La Herradura, un refugio gastronómico con más de medio siglo de historia, donde el vigilante se deleitó con un reconfortante plato de encebollado. Este caldo de pescado, enriquecido con cebolla, yuca y aliños secretos, es una verdadera delicia para el alma, especialmente en los días frescos de la capital. Cada cucharada de este manjar reconfortante evocó recuerdos de tradiciones arraigadas y la calidez de la cocina casera.

Por último, pero no menos importante, el vigilante hizo una parada en la Cevichería Guayaca, un ícono local donde el ceviche es elevado a la categoría de arte. Aquí, fue recibido con una explosión de colores y sabores mientras probaba una variedad de ceviches, cada uno más delicioso que el anterior. Desde el ceviche mixto con pulpo, camarón y pescado hasta el ceviche de concha negra, cada plato era una obra maestra de frescura y creatividad culinaria.

A lo largo de su travesía por la Ruta del Chuchaqui, el vigilante no solo disfrutó de los exquisitos sabores de la cocina local, sino que también descubrió la riqueza cultural y gastronómica que define a Ecuador en su conjunto. Cada bocado fue una invitación a explorar nuevas sensaciones y a sumergirse en la autenticidad de la cocina tradicional, dejando una impresión perdurable en su paladar y en su corazón. Sin duda, esta experiencia culinaria quedará grabada en su memoria como un viaje inolvidable a través de los sabores y aromas de Ecuador.