En un contexto donde el cáncer se mantiene como una de las principales causas de muerte en Latinoamérica, con más de 4,2 millones de casos y 1,4 millones de fallecimientos, la Organización Panamericana de la Salud (OPS) alerta sobre un posible incremento del 57% en los diagnósticos para el año 2024. Ante esta realidad, la prevención y el apoyo emocional y social emergen como herramientas clave en la batalla contra esta enfermedad, siendo la familia un soporte esencial para el paciente.
El Rol de la Familia en el Apoyo Emocional La Dra. Paula Martínez López, experta en Psicooncología y docente investigadora de la Universidad Internacional de Valencia – VIU, enfatiza la importancia de la familia como amortiguador del estrés que conlleva el diagnóstico y tratamiento del cáncer. La ausencia de este apoyo puede ser un factor de riesgo para el malestar emocional del paciente.
Cuatro pilares del apoyo familiar
Apoyo Emocional y Afectivo: Crear un ambiente donde el paciente se sienta amado y comprendido es vital. La empatía y la libertad de expresar emociones son fundamentales.
Apoyo Informacional: Los familiares actúan como intermediarios entre médicos y pacientes, proporcionando guía y retroalimentación que contribuyen al bienestar del paciente.
Apoyo Instrumental: La ayuda en tareas cotidianas y el acompañamiento a citas médicas son aspectos prácticos que alivian la carga del paciente.
Apoyo Social: Compartir actividades divertidas y entretenidas ayuda al paciente a ajustarse a la enfermedad y fortalece su resiliencia.
Resiliencia en los Familiares
El diagnóstico de cáncer también impacta emocionalmente a los familiares, alterando la dinámica y estabilidad familiar. Emociones como incertidumbre, miedo, depresión y angustia son comunes y adaptativas, pero si no se manejan adecuadamente, pueden derivar en trastornos emocionales como ansiedad o depresión. Por ello, es crucial que los familiares también desarrollen resiliencia para enfrentar estos retos.
En conclusión, la familia desempeña un papel crucial en la lucha contra el cáncer, no solo como apoyo emocional sino también como parte activa en la prevención y manejo de la enfermedad. Su rol es insustituible y su fortaleza, una fuente de esperanza y curación.