Rosa Borja de Ycaza, una figura destacada en la historia ecuatoriana del siglo XX, se erige como la pionera del feminismo en Guayaquil durante la tercera década de 1900. Su historia va más allá de un nombre; representa la valiente resistencia y la lucha por la igualdad en una época donde las mujeres enfrentaban restricciones considerables en sus derechos.
Nacida en una era en la que las mujeres estaban limitadas en sus aspiraciones y oportunidades, Rosa Borja de Ycaza desafió las expectativas convencionales. Su unión con Don Alberto Ycaza no solo marcó su vida conyugal, sino que también la distinguió con el apellido «Ycaza». Este cambio no solo fue simbólico, sino que también marcó el comienzo de una vida dedicada a la superación de barreras impuestas a las mujeres de su tiempo.
En una época en la que a las mujeres se les negaba el acceso a la educación y la participación en la esfera pública, Rosa Borja de Ycaza optó por la senda de la educación, la escritura y la participación política. Su arrojo la llevó a convertirse en concejal provincial, desafiando roles predefinidos y contribuyendo al cambio social.
Un hito significativo en su legado fue su discurso en el auditorio de la Universidad de Guayaquil, un espacio entonces prohibido para las mujeres. Este acto audaz marcó un precedente y abrió camino para futuras generaciones de mujeres que aspiraban a la educación y la expresión en un entorno académico.
Rosa Borja de Ycaza dedicó su vida y obra al desarrollo del feminismo y la defensa de los derechos de la mujer. Su impacto no solo se refleja en la memoria colectiva de Guayaquil, sino también en la topografía urbana. La calle David, que serpentea a través del barrio Centenario, es un testimonio tangible de su legado. Al recorrer esta calle, aquellos que visitan el Servicio de Rentas Internas (SRI) pueden involucrarse inadvertidamente en la historia de esta visionaria mujer.
La ciudad no solo ha reconocido repetidamente sus contribuciones, sino que también ha inmortalizado su nombre en la infraestructura urbana. La calle se convierte así en un recordatorio tangible de la persistencia de Rosa Borja de Ycaza y su papel crucial en la promoción de la igualdad de género.
En resumen, Rosa Borja de Ycaza emerge como una figura inspiradora, cuyo legado trasciende el tiempo y sigue resonando en la sociedad guayaquileña. Su vida y logros se han convertido en un faro de empoderamiento femenino y un testimonio de la capacidad de desafiar las limitaciones impuestas por la sociedad para forjar un camino hacia la igualdad.