En Guayaquil, la responsabilidad de garantizar el acceso a servicios de agua y saneamiento recae en el Municipio, a través de la Empresa Municipal de Agua Potable y Saneamiento (EMAPAG) y su operadora Interagua. Sin embargo, el buen uso y cuidado de estos servicios también dependen de los usuarios. En épocas de lluvias, esta corresponsabilidad se vuelve aún más crucial, ya que una gestión conjunta puede marcar la diferencia en la prevención y respuesta ante emergencias.
La corresponsabilidad fomenta la participación activa de la comunidad en la prevención de desastres naturales, como inundaciones y deslizamientos de tierra. Esto incluye acciones simples pero efectivas, como la limpieza de alcantarillas y la eliminación de residuos sólidos.
Además, al involucrar a todos los actores relevantes—comunidad, autoridades locales y organizaciones de socorro—se logra una mejor gestión del riesgo, facilitando la identificación de áreas vulnerables y la implementación de medidas de mitigación.
En situaciones de emergencia, la colaboración entre la comunidad y las autoridades permite una respuesta más rápida y efectiva, ya que los ciudadanos pueden aportar información valiosa sobre la situación en el terreno, mientras que las autoridades brindan recursos y apoyo.
La importancia de la corresponsabilidad no termina con la emergencia; también es fundamental en los procesos de reconstrucción y recuperación. La participación activa de la comunidad en la planificación de proyectos de rehabilitación garantiza que se atiendan sus necesidades específicas y se promueva un desarrollo sostenible.
Al fomentar la resiliencia, las comunidades se vuelven más capaces de adaptarse a los cambios climáticos y recuperarse rápidamente de los desastres. En resumen, la corresponsabilidad en la gestión del agua y saneamiento es esencial no solo para enfrentar las lluvias, sino para construir un futuro más seguro y sostenible en Guayaquil.